Crick, Watson y el ADN by Paul Strathern

Crick, Watson y el ADN by Paul Strathern

autor:Paul Strathern [Strathern, Paul]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias naturales, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1997-01-01T05:00:00+00:00


Franklin decidió hacer públicos sus descubrimientos en un seminario del King’s. Wilkins invitó a Watson a asistir, ya que sabía que estaba interesado en el ADN. Si bien es cierto que, por desgracia, Wilkins no pareció darse cuenta de hasta qué punto le interesaba a Watson el ADN, ni de que Crick y Watson planeaban ganarle por la mano.

Para poder entender la exposición de Franklin, Watson se dedicó a aprender precipitadamente algo de cristalografía (que es lo que se suponía que estaba haciendo en el Cavendish, dicho sea de paso) y luego partió hacia Londres para asistir al seminario de Franklin.

Aquí comprobó que los resultados de Franklin parecían confirmar que el ADN era helicoidal; ella creía que consistía en algo que poseía entre dos y cuatro cadenas helicoidales entrelazadas. Cada hélice tenía una columna vertebral de azúcar y fosfato, con bases adheridas (adenina, guanina, timina, citosina) de una forma muy similar a la sugerida por Levene. Pero, y esto era importante, parecía como si las bases estuviesen unidas a la parte interior de la hélice, posiblemente formando enlaces entre las cadenas helicoidales.

Tras el seminario, Wilkins y Watson cenaron juntos en un restaurante chino del Soho, donde Wilkins le contó con pelos y señales lo desgraciada que era su vida en el laboratorio con Franklin. La relación se parecía mucho a la del típico matrimonio inglés de los cincuenta. Al parecer, Wilkins se ocultaba bajo un caparazón de amabilidad distante, en tanto que Franklin adoptaba una actitud de fría inflexibilidad. Procuraban reducir su relación al mínimo y a Watson no le pareció que un equipo así tuviera posibilidades de llevarse la palma.

Watson, inspiradísimo, volvió a Cambridge en el tren nocturno. Franklin no parecía interesada en intentar elaborar un modelo del ADN y lo único que al parecer le interesaba era efectuar meticulosas mediciones de las placas de difracción e intentar relacionarlas con conocidas distancias de enlace entre moléculas. Su método se basaba en los hechos.

Este era justo el opuesto de la forma de trabajar que tenía Watson quien, siguiendo los pasos de su célebre compatriota Pauling, daba gran importancia a la elaboración de modelos. Cierto es que este era un procedimiento que se basaba casi por completo en el azar. Una vez que se había resuelto el rompecabezas, era bastante frecuente que las fotos de difracción no coincidiesen, lo cual significaba que había que jugar un poco con los enlaces químicos hasta que todo encajase. En este tema la biblia de Watson era el libro de Pauling, La naturaleza del enlace químico, el mejor libro de química que se ha escrito hasta ahora. En él podía encontrarse un plano detallado de la estructura de las moléculas biológicas complejas en donde podían apreciarse los enlaces.

Crick tampoco creía en perder el tiempo con investigaciones innecesarias. Al fin y al cabo, las especulaciones teóricas eran su fuerte y, como muy bien sabían ya en el Cavendish, Crick siempre andaba metiendo las narices en los experimentos de los demás, para los que irremisiblemente encontraba una teoría al instante.



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